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La publicidad exterior:
origen y algunas claves

La publicidad exterior forman ya parte de nuestra vida. De hecho, hay ciudades que han convertido la publicidad exterior en un reclamo turístico, solo hace falta ver Times Square en Nueva York y Picadilly Circus en Londres. Sin embargo, aunque nos puede parecer un invento muy reciente, en realidad no lo es.

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El nacimiento del cartel publicitario

La publicidad exterior más antigua es el Papiro de Tebas (3.000 – 2.000 A.C.), que se conserva en el British Museum de Londres. En él, un comerciante denuncia la huida de uno de sus esclavos y promete una recompensa a quien lo encuentre y lo devuelva a su tienda de Hapú, donde se tejen “las más hermosas telas al gusto de cada uno”. Es esta última parte la que se considera el primer reclamo publicitario de la historia.

Los egipcios también utilizaban mensajes en piedras que indicaban las ubicaciones de sus comercios. Asimismo, los griegos usaban las paredes exteriores del estadio para anunciar los Juegos Olímpicos y los romanos disponían de espacios murales específicos para publicitarse.

La gran revolución se produjo con la llegada de la imprenta y la aparición del cartel publicitario. El primer gran cartel publicitario conocido se fabricó en el siglo XIX, concretamente en los años 30, para un circo de Estados Unidos. Sin embargo, fue la litografía, la que marcó un antes y un después en la publicidad exterior.

La primera gran valla publicitaria

No fue hasta 1889 cuando aparecería la primera gran valla publicitaria con motivo de la celebración de la Exposición Universal de París. A partir de este momento, se produjo en Estados Unidos un boom de vallas publicitarias como consecuencia del éxito del automóvil Ford. Mientras que en Europa, la publicidad se acercaba cada vez más al arte con artistas como el francés Toulouse-Lautrec.

En España, el primer cartel publicitario se creó en 1897 para el Baile de Máscaras del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Sin embargo, en nuestro país, todos tenemos el recuerdo de nuestros viajes en carretera de la valla más famosa del toro Osborne.

La diferencia la marca el diseño

Un buen diseño es más que una imagen y un conjunto de colores, un buen diseño es aquel que consigue transmitir nuestro mensaje y conectar con el público objetivo. Si decidimos invertir en publicidad exterior, es importante que lo hagamos bien con una estrategia por detrás.  

Para que nuestro diseño funcione tenemos que tener en cuenta dos aspectos principales: sencillez y creatividad. Nuestro mensaje tiene que ser conciso, fácil de asimilar y directo. Además, si a ello le unimos la originalidad, tenemos muchas probabilidades de que nuestro anuncio tenga más éxito.

Si a la hora de desarrollar nuestra publicidad exterior fusionamos una estrategia de marketing eficaz y un buen diseño, conseguiremos que nuestra marca sea mucho más visible y reconocible, llegando a mayor audiencia aprovechándonos también de la ineludibilidad del medio, no siendo fácil poder evitar ver la publicidad.

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